Artículo de opinión afirma que el defensor Marco Ponce esta vinculado con la CIA

Artículo de opinión titulado: El tercer round (análisis especial sobre la agenda golpista en desarrollo)”

Fecha: 01 de marzo de 2014

Textual:

Los resultados electorales del 8 de diciembre en las municipales restringieron la capacidad de maniobra formalmente política de la dirigencia opositora. La derrota mediante el voto de Capriles y su plebiscito acentuaron la sensación y además se confirmó el ridículo tono confrontacional que tenía el, a veces, gobernador de Miranda: del “Nicolás vamos por ti” a la entrevista aquella de CNN por videoskype confirman la caída de su liderazgo y la comprobación indiscutible de que el muchacho logró algo más difícil que ganar las elecciones: espantó a sus padrinos.

Pero en diciembre no sólo perdieron la batalla electoral, sino la económica. Diciembre, al fin y al cabo -y a pesar de todo- cerró intacto. Entre las colas para adquirir electrodomésticos y demás bienes poniéndole un parao a especuladores de toda laya, aunada a los resultados electorales, la imagen de “pueblo disconforme y arrecho” se trastocó automáticamente en “pueblo de mierda, no sabe votar”. Se acabaron las ilusiones de la oposición como una suerte de “movimiento popular” antichavista.

Eso no impidió que los factores suprapolíticos continuaran acentuando la conflictividad por la vía de los hechos y la percepción de su propio público cautivo (nunca mejor puesta esta frase lugar común). Se ganó la batalla económica de diciembre pero el poder financiero no cesó en el recrudecimiento de la actividad económica y el aprovechamiento de las debilidades productivas públicas.

Por la vía de la desestabilización al poder adquisitivo y al acceso a bienes se buscó (y se sigue buscando) exacerbar los ánimos de una población que demostró ser mayoritariamente chavista en términos electorales. Las incautaciones diarias de toneladas astronómicas de bienes es (y ha sido) noticia diaria. El desangramiento fronterizo comenzó a llevar palo.

El fomento (ahora, desde acá, se ve más claro) de la violencia irregular y losasesinatos selectivos fue la otra vía expedita para allanar cualquier noción de seguridad que consolidara la necesaria estabilidad nacional. Esto no impidió que el Gobierno Bolivariano convocara, en diversas oportunidades, y de múltiples maneras, a un diálogo nacional entre los diferentes factores políticos para levantar el Plan de Paz y Convivencia. Esfuerzo que, por lo demás, desmontaba de hecho la matriz de la mediocracia del gobierno dictatorial.

Lección del Mariscal Sucre, el Gobierno Bolivariano invitó a los vencidos al diálogo, dejándoles algo de majestad prestada. Había que hacer algo, agilizar el tan postergado plan a falta de condiciones objetivas. Entre darles en la madre en el poder financiero y económico y la irremediable legitimidad creciente del gobierno, había que hacerlo sí o sí.

 Las victorias electorales que se granjeó Voluntad Popular en las zonas fronterizas (particularmente en San Cristóbal, Ureña y San Antonio, en Táchira) o en municipios del corredor paraco (como Rangel, en Barinas) fueron suficiente base para propalar el conflicto desde las periferias donde la soberanía nacional ha sido vulnerada: en las regiones donde la presencia paraca era casi asumida como una normalidad fueron el factor decisivo fueron. Por más que fuera, había cómo activar “el plan”.

Atajaperros en el seno de la MUD, activación de “La Salida”

El descontento realmente existente en el electorado MUD, sobre todo la línea dura anti-adecopeyana aportaba suficiente sustento para lanzar, en un primer momento, el globo de ensayo a la calle. La coñiza interna dentro de la cúpula opositora en la que Capriles fue el principal agraviado, pero no el único, fue resumido por el secretario general de Copei en términos elementalmente psicológicos: hay una batalla de egos.

Sin embargo, como suele ser habitual en el fascismo como recurso histórico-político de las élites bajo amenaza: la dispersión general y la falta de rumbo facilitan el aprovechamiento oportuno de un momento histórico determinado, sin considerar necesariamente ni a aliados ni un ambiente social básico para imponer (sin anestesia) su propia agenda.

A finales de enero, la alianza María Corina Machado-Leopoldo López soltó el elemento táctico que activara el dispositivo que hoy se encuentra (a lo Walter Martínez) “en pleno desarrollo”. En rueda de prensa el 23 de enero, López, la Machado y esa asociación de lo peor humana y políticamente en la Asamblea Nacional, la presunta “Movida Parlamentaria“, anunciaron los pasos a seguir.

“Llamamos a todos los ciudadanos a proceder de inmediato a encontrarnos en esa expresión del pueblo que se reconoce a sí mismo en tanto y en cuanto ciudadanos que asumimos la urgencia de que este cambio de régimen se produzca en Venezuela”, dijo Leopoldo López -para el momento el catire de la película-, crédito que le duró hasta ser él mismo amenazado por sus patrocinantes.

Pero algo no terminaba de cuajar, incluso para los sectores moderados de la MUD. El cuento de “La Salida” y otras movidas políticas pueriles -como la constituyente- no dejaban de presentarse como malcriadeces del sifrinismo ultra. Sin embargo, por la baranda aparece Antonio Ledezma, símbolo de la habilidad leguleya y el oportunismo político, para sumarse a la jugada y darle una apariencia un poco más del gusto de sectores no movilizados hasta ahora. Tras superar su rajuñadera con Capriles, también se puso pa la cosa.

En las primeras “concentraciones”, si es que a eso se le puede llamar así, se aplicaron las metodologías necesarias para atribuirle el mínimo de ilusión de legitimidad a “La Salida”. No porque fuera necesaria en términos estrictamente operativos, pero el fascismo es la cosmética aplicada a la política, y por lo tanto,cualquier acto que medio destacara expresión “genuina” de descontento era suficiente para hacer de “La Salida” un producto rentable en el mundo del marketing político. El abc empresarial.

Todavía para el 2F, fecha en que se le da inicio formal al calentamiento callejero, la estúpida lógica lineal de ciertos sectores del chavismo pensaban, sobradamente, que la agenda golpista era inviable a falta de carecer de los elementos convencionales para un golpe de Estado, verbigracia, tener al ejército del lado del pueblo y el gobierno.

Cierto sector intelectual olvidó que el fascismo de ahora, más que la izquierda, sabe emplear mejor la combinación de todas las formas de lucha. Muchos no quisieron leer la falsa premonición de Capriles meses atrás: en Venezuela se viene un estallido social. No hablaba desde sus habilidades como sociólogo, ya era algo manejado en el seno de la cúpula opositora. ¿Verdad, María Corina?

El primer round: la confrontación abierta

A la verbenita del 2 de febrero le siguió algo más concreto, sórdido y violento: un 12 de febrero minado de peines y muertes planificadas. Las condiciones subjetivas para la agenda golpista las pusieron a andar. Junto a las gaseosas reivindicaciones de la ya vaga categoría “movimiento estudiantil” marcharon los activadores entrenados para la ocasión. La inseguridad, el “desabastecimiento” y la guerra económica ya no eran los temas que fueron una constante absoluta durante todo el 2013. Su presencia mediática alcanzó sus niveles más bajos.

Contra un Estado deslegitimado hasta la histeria por la mediocracia, marcharon las palabras claves de toda esta historia inmediata y en curso: “Cambio de régimen”. Y la insistencia con este concepto no es gratuita: ahí radica la seña que lo conecta con el resto de confrontaciones elitistas estimuladas en otras regiones del planeta.

En términos globalizados y conspiranóicos, el planeta vive las primeras señales abiertas de la revolución antiliberal en curso. En esa mínima construcción tan del agrado de Hillary Clinton, en esas tres palabras (“cambio de régimen”) radica la conexión del fascismo venezolano con las demás expresiones trasnacionales, trátese de Ucrania, Siria o Tailandia. Todas, absolutamente todas, se rigen bajo el mismo esquema. Su éxito siempre dependerá de la fortaleza de quienes detentan el poder en ese momento.

¿Cuáles son los elementos que se expresaron en la primera etapa de la escalada golpista?

1) Una inversión descaradamente voluminosa que financie la confrontación callejera, el uso de mercenarios y sicarios, que sostenga “la lucha” más allá de cualquier desmoralización de los grupos políticos sumados a la agenda (y que en gran medida “pueden” ignorar las líneas maestras del plan mayor);

2) desinformación, intoxicación mediática, y escalada en la guerra psicológica desplegada en tres direcciones: a) estimular el dispositivo microfascista de la clase media opositora (la clase más ignorante de todo el continente) para mantenerla movilizada, b) confusión y distracción en el seno del chavismo y c) falsificaciones de situaciones, matrices y opiniones de factores políticos del gobierno y aliados, para instalar la narrativa de una guerra civil en proceso y un gobierno dividido;

3) omisión manifiesta, premeditada y olímpica del carácter violento de las movilizaciones opositoras en las que abundan (pero no se registran) provocaciones y agresiones contra los cuerpos de orden público (obligatoriamente) apostados en las zonas de conflicto para apuntalar el relato del gobierno represivo y fuera de control;

4) activación de las zonas laboratorio en el territorio como punto de referencia para definir la situación nacional (caso Táchira y Mérida, no los únicos, pero sí las expresiones de vanguardia);

5) el empleo de guarimbas para mantener el estado de tensión en las zonas clasemedieras de Caracas, Maracaibo, Mérida, Valencia y el municipio Mario Briceño Irragory (de las principales zonas pudientes de Maracay) como forma práctica de sostener el discurso del “desafío político“, del mismo modo que todo esto acentúa la “ciudadanización” del conflicto;

6) frivolización del conflicto y de la política en general valiéndose de la administración de la ignorancia y la manipulación de las sensibilidades instaladas por años valiéndose de (mediocres y fracasados) artistas de la farándula, de las “predicciones” de astrólogos, brujos, videntes y farsantes en general promovidos por la lógica televisa;

7) vaguedad en las reivindicaciones que con el tiempo se tornarán cada vez más irrealizables y descontextualizadas de ganar terreno el alzamiento;

8) ciberataques a portales web y cuentas de redes sociales a figuras del gobierno o reconocidas por el chavismo;

9) promover, caos mediante, la tesis de Venezuela Bolivariana como un Estado fallido, paria, delincuente;

11) manifestaciones incipientes de asesinatos selectivos de figuras simbólicas (el caso Mónica Spear como globo de ensayo) que provoquen conmoción nacional,o particularmente en el chavismo;

12) paralización total o parcial de la vida cotidiana y el funcionamiento habitual de la vida nacional, allanando el camino a las lógicas del estado de excepción y el tiempo excepcional;

13) criminalización absoluta de las expresiones del chavismo organizado, omitiendo el carácter radicalmente comunitario y entubando el concepto “colectivos” única y exclusivamente a la idea de un cuerpo paramilitar del gobierno: los Círculos Bolivarianos de 2002, los “colectivos” de 2014;

14) instalación de una narrativa victimizada que traslade la totalidad de la culpa y la responsabilidad al gobierno y no a los factores interesados en el golpe de Estado, el cambio de régimen, la guerra civil.

Segundo round: combinación de la violencia manifiesta con las expresiones ocultas

Lo antes mencionado y enumerado tiene la virtud de ser todos elementos comprobados, literalmente, sobre el terreno. Lo que no excluye de modo alguno la posiblidad de elaborar un pronóstico del futuro inmediato, toda vez que se acerca una fecha de profunda importancia simbólica para el chavismo (dentro y fuera del país): el 5 de marzo.

Habiendo cumplido parcialmente parte de las líneas maestras de la conspiración (ucranización de San Cristóbal en Táchira y Mérida capital en menor medida, la ilusión de conflicto así se circunscriba al 8% del territorio nacional, la intacta agenda mediática internacional), en los acontecimientos políticos inmediatos comienzan a manifestarse las profundizaciones del segundo round contra Venezuela Bolivariana.

No en balde, en los municipios más activos actualmente dentro del proceso golpista buscan a troche y moche mantener la llama del conflicto encendida en tiempos de asueto. Así, Ureña, San Antonio y San Cristóbal en Táchira; municipio Libertador del estado Mérida; municipios Valencia, San Diego y Naguanagua en Carabobo; municipio Mario Briceño Irragory, en Aragua; Los Salias, Chacao, El Hatillo, Baruta y Sucre en Miranda (y el este de Caracas); municipio Maracaibo en Zulia; y en menor medida, Irribaren y Palavecino en el estado Lara.

Si algo presenta esta cartografía del conflicto es la falta de presencia popular consistente, lo que no niega que exista en una medida baja, es la ausencia de barrio y sectores populares movilizados. Además de destacar las zonas de mayor poder adquisitivo en el territorio nacional y la presencia de alcaldes en primer lugar de Voluntad Popular (Delson Guarate como el ejemplo más descontextualizado y expresivo frente a una Aragua chavista en su totalidad) y luego algunos de los partidos disminuidos (como Primero Justicia en Chacao), todo apunta a que los factores golpistas pretendan ahora “popularizar” el golpe e intenten darle rostro barrificado a su artificiosa insurrección.

Por otro lado, nadie, absolutamente nadie, puede certificar que exista una dirección única, sólida, unívoca en la cúpula dirigencial de la MUD. Chavistas y escuálidos hemos sido testigos del vaivén, las torpezas discursivas, los tropezones verbales entre las principales figuras y partidos; hemos testimoniado la indecisión de la dirigencia opositora, lo que destaca su verdadera estatura moral: enana, muy enana.

Desde el “epic fail” de Capriles, pasando por las condenas a la violencia de Aveledo; desde las huídas múltiples de María Corina Machado al pasar la papa caliente sobre la responsabilidad de los hechos desencadenantes al realzamiento de devaluados políticos históricos como Bandera Roja, si algo destaca en su balance inmediato es la incapacidad de “capitalizar” el momento político.

Con la excepción de San Leopoldo Mártir, el “movimiento estudiantil” y las vanguardias callejeras mandaron largo a la mierda a sus ilusorios jefes. Lo que de ninguna manera se puede interpretar como que los güevoncitos alzados no sigan línea. El hecho es que quienes ahora dirigen la insurrección no son rostros públicos y visibles, insertados en las costumbres del folclor político escuálido. Tienen otros líderes, pagados, entrenados y colocados con ese fin determinado, y en nada obedecen mandato de los partidos opositores.

Por el otro lado, y basado en lecciones aprendidas a lo largo de 15 años, el Gobierno Bolivariano ha logrado frentear un plan de proporciones inéditas sin tener que incurrir (como lo ha venido buscando el fascismo criollo) en la supresión del Estado de Derecho, en la represión expansiva o en una confraofensiva abierta producto del exceso de provocaciones.

En un escenario en donde el recurso generalizado (y debidamente manipulado) de los derechos humanos, ahí donde la maquinaria de guerra nada tiene que ver con ellos no le ha temblado el pulso en manosearlos, el gobierno ha encontrado salirle al paso (la salida de NTN24 de la parrilla de las cableras en nada tiene que ver con suprimir el “derecho a informarse”, sino todo lo contrario). En tal sentido, frente a la política como hecho estético del fascismo, el gobierno lanza una salida consistente y coherente a la violencia que empujan los sectores más antipatrióticos: la Conferencia por la Paz.

La asistencia de Lorenzo Mendoza, entre otros empresarios, a dicha conferencia, más allá del doble discurso empleado por el presidente de la (criminal) Empresas Polar, demuestra que el presidente Maduro establece como interlocutor a los dueños del circo y no a la suma de payasos políticos que conforman a la MUD. Cancela por esa vía la noción de un gobierno sordomudo exclusivamente encargado de reprimir a los jóvenes-larva que pretenden imponerse en la calle. Un acto político mejor valorado por los sectores moderados de la oposición y a nivel internacional.

Pero -también hay que decirlo- el hecho de que la Conferencia reúna a líderes de las corrientes religiosas mayoritarias, a Fedecámaras, a figuras de la farándula y a personalidades del ámbito político no parece que haga mella alguna en los planes monolíticos de la conspiración fachocriolla.

La MUD, en un intento de levantar su gallo muerto, y tratando de revenderse como los “intérpretes del malestar” anunció con bombos y platillos que heróicamente no asistirá a la Conferencia por la Paz. Gesto que más allá de esa posición falsa e ilusoria, busca encubrir su estructural incapacidad de arrear lo que fuera ante su propio fracaso dirigencial. Tampoco son de desestimar las presiones a las que muchos de ellos deben estar sometidos actualmente por los lobbys interesados en la violencia expansiva. De cualquier manera, la MUD vuelve a certificar su fracaso político.

Con su posición avalan el golpe prolongado, y sientan las bases para lo que se intensificará en la agenda. A saber:

1) Supresión y aplastamiento de las opiniones moderadas de la oposición en contra de la violencia y el diálogo;

2) agudización de la violencia callejera activando a sicarios y operadores encargados de esa fase del plan golpista toda vez que se promueva la falsa imagen de la protesta pacífica y la no-violencia;

3) asesinatos y linchamientos de efectivos del orden público sustentados sobre la matriz de la “violencia legítima” y la autodefensa;

4) estímulo y escenificación de saqueos para fortalecer por partida doble la imagen del caos y el desabastecimiento, el ejemplo de los “saqueos” en el municipio Briceño Irragory destaca como dato expresivo, lo mismo la presentación de un “mapa de saqueos” publicado por la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social que “curiosamente” coinciden con las zonas desde las cuales se propaga la violencia y que además, se trata de una de las “instituciones ciudadanas” que recibió entrenamiento de la ONG fachada de la CIA, Freedom House en el pasado reciente;

5) incremento exponencial de asesinatos selectivos a figuras tanto del chavismo, de la oposición, como de la sociedad en general;

6) actos de terrorismo contra lugares públicos o de alto tráfico de la ciudadanía (por ejemplo, el Metro de Caracas) que promuevan la idea de una violencia difusa capaz de ser desplazada al gobierno, sustentado por la matriz de los “colectivos” como símbolo representantivo de todos los males de la actualidad, así como contra areas estratégicas del Estado (remember Amuay, siempre);

7) activación de agentes pagados y entrenados para agitación e intimidación en las zonas populares, para intentar movilizar a los “sectores populares”;

8) aparición de movimientos armados alzados contra el gobierno;

9) consolidar el expediente mediático de la guerra civil que permita activar con mayor presencia a los organismos multilaterales internacionales, trátese del Consejo de Seguridad y/o la máxima autoridad en derechos humanos de la ONU, la Unión Europea, el cascarón vacío de la OEA, gobiernos alineados con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, etc.;

10) intentar levantar “zonas liberadas” en las regiones más conflictuadas, teniendo a San Cristóbal como vanguardia;

11) estimular deserciones y posiciones individuales en el seno de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para producir la idea de fisuras o desgajamientos en los cuarteles, no importa si se trate de oficiales de escritorio o con mando (en el supuesto negado, muy probablemente de los primeros);

12) profundizar la matriz de la división del gobierno, de la pugna interna y de la “crisis de gobernabilidad” para transmitir la impresión de situación que supera al mismo Estado y sus componentes en el gobierno, acentuando histéricamente la “debilidad institucional” para definir como interlocutor invalidado al Gobierno Bolivariano en general y a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Miguel Rodríguez Torres en particular;

13) para finalmente allanar el camino o bien hacia el “cambio de régimen” o bien a la guerra civil que abra las puertas a la guerra total que se refleja en la Doctrina de Dominación de Espectro Completo del Pentágono (aquí, sobre el papel, letra por letra), en un momento en que la guerra global por los cada vez más escasos recursos naturales obliga a la élite global a salirle adelante a cualquier otra opción civilizatoria posible y viable en términos humanos.

¿Y después?

Desde que esta página fue lanzada al ruedo los elementos aquí expuestos han sido su principal objeto de estudio y difusión. Con el tiempo, hemos venido desarrollando e iluminando precisamente en esas zonas oscuras en las que la superficie política se descuadra para asumir el estado de guerra y excepción global en el que andamos, no sólo en Venezuela.

Más allá del consabido valor geopolítico, histórico y estratégico de nuestro país en el mapa regional, su conexión en el ámbito global realza más su papel y acentúa la encrucijada civilizatoria de la humanidad en su conjunto. Querer limitarlo a un acontecimiento barato de política local es aldeanismo puro y duro. Sólo desde un contexto global se puede comprender mejor la fascistización de la sociedad contra el Estado-nación.

El que tenga con qué desmontar lo arriba planteado, venga por la izquierda o por derecha, que le eche bola, lo desmonte y lo desmienta.

 La comprensión del dónde estamos será lo que defina el tercer round de esta historia.

También a esta hipótesis es necesario agregarle algo más: la historia que tiene este país no se la ganó en la lotería, como nación y como pueblo hemos podido con situaciones similares y más. Y ahí también radica el legado. Lo ha dicho el Presidente: este es el pueblo de las difcultades. No pasarán.

Extraído de la web de “Misión Verdad”:Obsérvalo aquí

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